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El cazador de momentos

Autor: María Fernanda Valdés

Tú no te das cuenta, pero te estoy tan atento, tan constante en ti, preparado y alerta

para arrebatarte esos instantes que sin querer

echas en la papelera de la vida, pero que para mí

son mensajes eternos.


Cuando despiertas,

me quedo con tu primer parpadeo, te lo arranco de cuajo

porque es tu saludo a la vida.


Esa primera gota del jabón que roza tu cabello

me la guardo para limpiar mi sucio deseo de quererte.


Aquel paso al volver a casa

(era el paso número 3612 de aquel día) me lo he quedado, y será tan mío

que ni el tiempo se acordará de él.


Ese gesto con tu mano, que se abre otorgando,

que es indiferencia para quien te conoce,

pero que para mí

es el mayor descubrimiento.


Aquella consonante, dentro de aquella palabra donde tus labios se juntaban convencidos,

la quiero para mí,

quizás porque sea lo más parecido al beso que nunca pueda darte.


Tu instante de aburrimiento,

con el codo en la mesa y el puño bajo la mandíbula, ese momento que quieres que acabe,

yo te lo quito para divertirme

y entretenerme contigo siempre que lo necesite.


Tú no te das cuenta,



pero te estoy tan atento.

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